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martes, 23 de julio de 2013



  • -          Me abriga el alma una tristeza que entorpece mi pensamiento…  ¿acaso siquiera la luz de tus ojos pudiera hoy, abrazarme el suspiro agonizante que tras mi silencio es grito perpetuo?
  • -          Ya casi no te escucho entre mis manos, presentí algún sufrimiento. Es por eso que estoy aquí y en todos tus lados. ¿No me has visto?
  • -          No, lo siento. He estado ocupada… sufriendo.
  • -          ¿Soy capaz de hacer sonreír tu alma, para despejar tus pensamientos?
  • -          No sonrío… me lo tengo prohibido.
  • -          ¿Cómo es que has prohibido tu único camino?
  • -          Y tú dime… ¿por qué me censuro la sonrisa? ¿acaso no me siento digna de la grandeza de esa mueca?
  • -          Tú tienes la respuesta. ¿Qué puertas abre la sonrisa? Esa mueca que frenas ¿qué libera?
  • -          Siento se desbordan de mis ojos ilusiones y la promesa de armonía. Mí mente cabalga fantasías… siento un caudal creciente por dentro, un cosquilleo abraza mi cuerpo y todo lo detengo. Justo ahí. Cuando desde mis labios la presiento.
  • -          No quieres salir.
  • -          No.
  • -          ¿Has logrado el intento?
  • -          Si, pero he muerto. Al salir tras la mueca todo ha oscurecido hasta ser un infierno. El golpe es feroz y eterno. Cuesta tanto revivir una vez cubierta de sentimientos. La carne es sensible y se lastima. Me desnudo a un mundo que me transforma en su presa.
  • -          ¿qué mundo es ese que te convierte en víctima sin fuerzas?
  • -          Mi mundo. El que destinan mis actos, ese que mis pasos acercan y mis manos alejan. Ese desierto que quema mis ojos. Un mundo árido que no reconozco.
  • -          ¿Tu mundo? Sólo tu mundo…
  • -          Si.
  • -          Cuando ese mundo se fecunda con el resto.
  • -          Nunca… mi mundo es el purgatorio y en él quedo pagando mis muertes. Todas las veces que sonreí, caí en él.
  • -          ¿Cuál sería el infierno?
  • -          Tú olvido.
  • -          ¿Y el cielo?
  • -          Mí olvido.
  • -          ¿Has olvidado alguna vez?
  • -          Nunca. Tengo muy buena memoria y paga mi alma por ello.
  • -          ¿Te he olvidado alguna vez?
  • -          Muchas. Paga mi alma por ello.
  • -          ¿A qué se debe tu tristeza y agonía?
  • -          Hace unos días, entre la bruma densa de este maravilloso invierno, noté te estaba olvidando y fue entonces cuando sonreí libremente. Tanto sonreí que tuve que recordarte diciéndome los caminos de la felicidad a través de una bella sonrisa. Y te vi, te escuché, te sentí… volví a morir en tus manos para que me sientas. Me encadené al mundo que me hace vivenciar el dolor y los miedos… tristeza la que me apuñala el alma y a la vez la abriga, tristeza saberme necesitada de por fin olvidarte y tristeza por lograrlo.
  • -          Quieres olvidarme.
  • -          No podría, te lo aseguro.
  • -          Es tu cielo.
  • -          Prefiero este intermedio… no quiero cielos ni infiernos. No quiero extremos, quiero esta seguridad. Esta equidad.
  • -          Y tu tristeza, ¿qué hacemos con ella?
  • -          Abrázame… nada se resiste a tu abrazo en mí, seguramente ella dentro de tus brazos, también sonreirá para lograr un centro donde encontrarnos, aprendernos… y tenernos.
  • -          No me olvides.
  • -          No me olvides.