El agua
cubre tus huellas,
el agua
dulce de tus ojos.
Supe
desde tu relato
que
toda estrella, antes que un cielo
tuvo
pesados pasos andados.
Aprendí
que para brillar,
primero
has estado tan roto.
Un niño
lastimado.
Un niño
que en silencio escucha su viejo llanto.
Un niño
que ahora hombre
se
descubre río noble.
Lleva
el caudal de tus aguas:
la
fuerza del pasado,
la
fertilidad de lo aprendido,
la
suavidad de las costas que has acariciado
y el
destino tan amplio,
como
pretendas encontrarlo.
Que no
te derrumbe el miedo
de ser
agua, pájaro, lluvia y vuelo.
Que no
te detenga esa tormenta
que
ruge y sacude el interior de tu cuerpo.
Que no
te ahogue
la
sequía de negarte a la verdad
de la
vida.
El agua
cubre tus huellas,
las
ablanda,
las
hace tierra y cenizas en tu alma.
Todos
tus infiernos ahora mutan en cielos
porque
desde tus nuevos pasos,
solo
habrá tinta para escribir e insistir
en los
dibujos de tus sueños.
No te
detengas…
Esa
agua que te inunda
puede
ser tu mayor fuego.
Precioso Laura! Abrazos!
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