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viernes, 15 de noviembre de 2013

amigo mío...



El agua cubre tus huellas,
el agua dulce de tus ojos.
Supe desde tu relato
que toda estrella, antes que un cielo
tuvo pesados pasos andados.
Aprendí que para brillar,
primero has estado tan roto.



Un niño lastimado.
Un niño que en silencio escucha su viejo llanto.
Un niño que ahora hombre
se descubre río noble.
Lleva el caudal de tus aguas:
la fuerza del pasado,
la fertilidad de lo aprendido,
la suavidad de las costas que has acariciado
y el destino tan amplio,
como pretendas encontrarlo.



Que no te derrumbe el miedo
de ser agua, pájaro, lluvia y vuelo.
Que no te detenga esa tormenta
que ruge y sacude el interior de tu cuerpo.
Que no te ahogue
la sequía de negarte a la verdad
de la vida.




El agua cubre tus huellas,
las ablanda,
las hace tierra y cenizas en tu alma.



Todos tus infiernos ahora mutan en cielos
porque desde tus nuevos pasos,
solo habrá tinta para escribir e insistir
en los dibujos de tus sueños.




No te detengas…
Esa agua que te inunda
puede ser tu mayor fuego.





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