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martes, 4 de marzo de 2014

Perdón

Dentro tan adentro no quiero llegarme.
Con saberme la superficie
alcanza para lastimarme.

Lo siento.
Lo lamento.

Dentro tan adentro no quiero reconocerme:
Habrá entonces batallas desencadenadas
como ríos creciendo por los huesos de este esqueleto,
tan seco,
tan áspero,
tan cierto.

Lo siento.
Lo lamento.

Existe aquí y un ahora que no me permito vivir… como la imagen escrita de un dibujo anticipado de aquel deseo postergado pero alcanzado.
Un relato que no canta mi voz.
Una tinta que no escribe el ser de mi razón.

Porque dijeron soy toda razón
es que me equivoco.
Porque dijeron soy quien soy
es que me levanto para hacer de mi figurara
una escultura,
que intenta latir, dar ritmo al pasaje desierto de un seguir
incierto.

Morir para ser.
Ser para vivir.
Vivir para morir…

Lo siento.
Aquí dentro tan adentro que no me encuentro pero me tengo,
la eternidad vale segundos y se van tan aprisa, que
todo tiene un final
aunque la certeza de saberse, sea la fiel medalla lograda,
en la revancha perdida,
en la carrera postergada,
en la larga y eterna entrega a las vidas vividas aunque la vida individual
no exista si no es por el carril de la vida de quien te necesita.

Lo siento lo lamento:
Por dejarme a un lado,
para sentirme más vehemente,
más presente
que en palabras.

Lo siento lo lamento:
Por dar un acabado
al ser que estoy logrando
más inquieto;
que en palabras destinadas a renglones ficticios de proyecciones equivocadas,
de vuelos con un alma llena de letras pero desierta de simbolismos que definen un ser que soy ante un verdadero y real motivo por el cual sigo en pie aunque muchas veces arrodillada.