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lunes, 23 de noviembre de 2015

Mi quijotesca subjetividad




¿Quién puede decir con absoluta verdad
que la verdad es absoluta,
que las voces en el viento no viven,
que en las gotas no hay solidez,
que en la tierra no nace la muerte también?.

¿Quién puede asegurar que sú verdad,
es tan verdadera que pasa por encima de aquel
que la vive como la mentira extrema?

¿Quién puede desmentir una verdad?
¿Quién se atreve a desnudar una supuesta realidad?

¿Quién pude decirme con altitud que mis preguntas
son infundadas o que el fundamento es magistral hazaña?
¿Quién en altura esta tan alto, en relación, a en quién esta
tan bajo?

Quien proclama la totalidad: proclama sú parcialidad.
Quien asegura una verdad: asegura sú subjetividad.
Manipulada.
Porción calculada.
Encubierta.
Artilugio como herramienta.

Fantasmagórico velo que deja ver lo vivido
a través de ojos viejos y abatidos,
aunque jóvenes las pupilas
están dentro del marco bagaje que vaticina
las arrugas para dar una postura:
ante éste cazador reprimido y la victima que visto
existen mil delirios que te digo.

¿Quién tiene la última palabra,
el último aliento,
la última mirada,
el último acierto?
¿Quién tiene la seguridad plena,
la satisfacción concreta,
la sabiduría o bestialidad,
la abundancia o mediocridad?

¿Quién es malo y quién bueno?
¿Según qué parámetro,
según que vuelo?
¿Quién esta sujeto y quién suelto?
¿Quién ha amado, qué es el amor?
¿Quién ha odiado, qué es el odio?
¿Quién juzgó?
¿Quién sentenció?

Tu respuesta no es mi absolución.
Tu solución no es mi libertad.
Tu dignidad no es mi camino.
Tu destino,
seguramente no es el mío.

Tan destructivamente desiguales, y
tan nutridamente afables.

Me alimento de tu ego,
te alimentas de mi verbo.
Te pudres en mis espacios vacíos,
me pudro en tu olvido.
Y si en la distancia te acercas conmigo mientras tu voz
despliega mi subjetividad, revivo.
Y si revivo,
revives.
Aunque no seas siempre el mismo

Revivimos.

¿Quién puede asegurar que las palabras no son palabras
sino sentidos?
Que los sentidos no son sentidos
sino destinos,
que los destinos no son destinos,
sino laberintos…

Las palabras laberintos:
el artilugio perfecto.
Una vez dentro… por siempre dentro.
Aunque me olvides y me pudra en tu silencio,
aunque no exista la verdad, ni lo aproximado, ni la pureza, ni vos, ni yo…

La palabra es la prueba de la existencia.
La palabra que te llega aunque no sea la que parí,
es esa mi presencia,
lo que te hace sentir.

Y las preguntas se acaban ante la palabra que se siente.
La veracidad subjetiva se transforma de singular a plural,
aunque la diferencia sea abismal.
Te puedo asegurar (y asentirás conmigo)
que es la verdad (la única verdad)
la que se produce de los sentidos.
Por eso somos,
por eso nos relacionamos,
por eso revivimos.
Por eso estas ahí y yo aquí en mis palabras laberintos

Ésta es mi parcialidad

Mi quijotesca subjetividad.


jueves, 19 de noviembre de 2015

Hipocresías



Hubo un lugar, oculto tras las sombras,
donde las hierbas eran raíces y sus hojas lágrimas secas,
donde la tierra eran rocas solidas
y la lluvia no eran gotas sino gritos húmedos que ahogan.

Hubo un lugar, oculto tras los ojos insensibles,
donde las palabras no existían sino las letras inconclusas,
donde el dolor era la sangre viviendo en el cuerpo
y los azotes eran caricias difusas.

Existió este territorio en cada lamento
promulgado,
en cada silencio gritado,
en cada mortuorio paso al pasado.

Hubo un lugar tras las sombras,
donde la luz no se atrevía tocar,
donde las sonrisas eran filosas
y donde ella se ataba solo para escapar.

No había palabras que tejieran escaleras.
Ni amores que abrieran cielos turquesas.
No existían manos que te guiaran.
Ni abrazos que la rescataran.

Era un lugar perdido
pero hallable tan fácilmente.
Era un lugar perpetuamente abierto
pero solo para entrar.
Solo para atrapar.

¿Y dónde encontrar el pasadizo que diera oxigeno al alma?
¿Dónde hallar la grieta por la cual tomar bocanadas de alas?
¿Dónde aquella luz? ¿Dónde aquella mirada?

Entre tanto lodo pegajoso que adobaba su cuerpo
Entre tantos tumbos y sin sueños,
ella hallo un reflejo.
Algo distorsionado.
Algo maléfico.
Hubo un centímetro nítido que justo dio a sus ojos
revolcada entre sus propias penas
tomo fuerzas y se acercó tanto como pudo,
encontró unos ojos que eran suyos
y desconoció aquello tan puro.

Se acercó aún más, tanto que topó sus pestañas con el cristal sucio.
Y se vio.
Y vio.
Y salió,
poco a poco metió su cabeza en sus ojos
y su cuello, y su torso, y sus brazos, y sus piernas
¡Cuánto dolor producía cada movimiento!
Pero no más que el que padeció de forma eterna.
Así fue, que tras la hendija de su reflejo
encontró el camino de regreso.

No fueron las palabras ni las manos ni los consuelos dichos como rosarios.
No.
Fueron sus ojos.
Su reflejo.
Su estímulo por respirar algo que no sea lodo negro.
Ya había muerto.
Ya había llegado a cero.

Ahora envuelta en fango putrefacto
salía ante los ojos de todos
y pese a que aquellos la miraban distinto,
había en sus ojos una lumbre negra
¡tan cristalinamente negra!
heredada del lugar.
Apuntalada por los demás.

Nadie nunca le dijo lo siento.
Nadie jamás se disculpo por lo hecho.
Todos dijeron que era débil,
que por eso se había perdido tan adentro.
Nadie nunca
pensó
que las palabras hieren,
que son cadenas que te hunden,
que no importa lo débil
o lo fuerte.

Todos se apiadaron de su estado.
Todos se justificaron.
Nadie nunca
pensó
que los hechos hieren,
que son cadenas que te hunden,
que no importa lo débil
o lo fuerte

Todos se apiadaron de su estado.
Todos se justificaron.
Nadie nunca
pensó
que el ignorar hiere,
que los no hechos hieren,
que las no palabras hieren,
que el no intentar hiere.



Ella no.
Ella salió
Ella intentó.
Ella hirió.
Ella los extermino.

Ahora quizás alguno piense
que la sangre derramada
escribe letanías de un amor.
quizás alguno escriba del horror

Y otros, de sú liberación.



domingo, 16 de agosto de 2015

Big Bang


Mientras la tierra gira en torno al caos
supe detenerme sobre la punta de mis pies descalzos,
encontré tus ojos sonrieron a la piel de mis palabras
y clavado en mis pecados lograste abrirme.


El torbellino se lleva cada columna antes armada con pinzas imperceptibles.
Ya no hubo superficie ni aire,
sólo hilos:
de tus labios atados a mis ojos,
de tus manos
guiando la nitidez  de mi pulso.

Un hueco en tinieblas se traga al mundo como si fuera la inhalación de un demonio
que me suelta
(Cual ángel celestial)
a saberme en  tus labios.

De repente, el silencio.
El silencio violado por tu voz.
Tu voz se cruzó con mi sonrisa.
Mi sonrisa encontró tu mirada.
Tu mirada encontró mis ojos.
Mis ojos encontraron tu presencia.
Tu presencia se hizo mi mundo.
Mi mundo que tomó la forma de chispas  intensificando  la razón existencial de los sentidos.
Sentidos verdaderos, que habían sido velados por el recorrido de girar siempre para el mismo punto.

Tan frágil todo puede caer, con sólo un suspiro pecaminoso.

Tan duro todo puede nacer, con sólo tus ojos susurrando a mis labios
lo que tus manos podrían lograr en éste cuerpo ya en cenizas,
sin tacto alguno, calcinado por el tiempo que transcurre sin piedad embriagado de apatía.

Ahí tú, el hombre con toda su fortaleza.
Aquí la mujer surgiendo dispuesta.

Mientras el mundo gira y se hunde devorado por su propio caos,
tu aliento en mi nuca, supo darme la grandeza de sentir cada parte de mi cuerpo,
latiendo según el movimiento de los hilos.
Y cuando tus ojos hablaron a mis labios
(con el lenguaje que quema)
aprovechaste para sonreír
y entonces sostenerme en toda mi elevación.
Para soltarme y atraparme según lo dicten tus impulsos.


Y así
con la humedad de tu presencia
hiciste de mis cenizas
un ser

verdaderamente Vivo.


lunes, 1 de junio de 2015

Un saber



Supe saber ese conocimiento
que no sabía pero me dijeron.

Supe dejarlo acomodarse en mi pecho,
como un puñetazo de vidrio picado
que vino a abrazarme desde adentro hacia afuera,
y supe dejarlo andar por mis venas.

Supe sentir el ardor
su ardor mi ardor
el fuego flagelador.  
Supe rumiarlo y que de mi garganta no pase,
andarlo como un rastro o tenerlo como peaje.

Supe vomitarlo:
 Por los pasos que no ando.
Por las manos quietas.
Por la boca embalsamada.
Por los ojos  inflamados.
Por el encierro protector.
Por la neblina opaca de mi habitación.
Por  las horas finitas.
Por el derrumbe en cámara lenta.
Por la quietud mortuoria.
Por el silencio filoso.
Por la desolación de mi sombra como toda mi oscuridad
o mi única luminosidad.


Y supe meterlo de nuevo.

Pero digerirlo… sí que no sé si puedo.



miércoles, 18 de marzo de 2015

Están tan lejos los muros
cuando cuento conmigo.


Están solitarios murmurando sus insignificancias,
son de textura y color aburrido.
Se asemejan al humo de mi cigarrillo.

Son tan volátiles y breves…  cuando me armonizo.


No necesito irme buscando paisajes que me calmen.
Ni bellezas naturales-
Ni cielos abiertos-
Ni aromas nuevos-


Sólo …

Sólo me necesito ahí/aquí conmigo,

para encontrar el verdadero sentido… el Único camino.



domingo, 1 de marzo de 2015

Perpetua

Late el cuerpo en las venas hinchadas de una rama padeciendo su último rayo de luz 
cuando el sol era su pesada cruz.

Late la lentitud con que el cielo se confunde con el polvo dormido sobre el callado sonido de las noches que no cuento.

Late el minucioso espacio que me acerca a mis totalidades 
y no me encuentro.

Late el laberinto que me enreda los dedos apurados, 
esos que escarbaron  en los besos más besados 
sobre la piel del pasado vistiendo un futuro errado…
para encontrar el tesoro del deseo?
para desear el tesoro del encuentro?

Late.
Latente late…



Mientras tanto el mundo allá afuera presume de inmenso.



domingo, 22 de febrero de 2015

Gratitud del viento





Las palabras vienen desde el viento.
Susurradas desde la cintura de un árbol,
con la fragancia suave tras atravesar las nubes,
con el tacto dulce al rozar la humedad del pasto.

Las palabras vienen a cosquillearme el alma.
A encenderme las emociones.
A alivianar mí carga.

Las palabras llegan constantes
como los recuerdos o el silencio,
como el dolor o la nostalgia.
También llegan como caudal de agua clara
que me empapa de a poco
para dar  lugar a la sonrisa, a vivir a dejar de sufrir
… llegan constantemente para hacerme surgir.

Las siento rodeando mi cuello como una caricia,
recorriendo mi cuerpo como energía.
Las siento besándome las manos la frente,
tejiendo un caparazón que se transforma en ventana,
en cielo en alas en vuelo, en mi aura

Las palabras me llegan, no las invento…
Y es que todo desierto
necesita del viento
 para volar.
Necesito el susurro desde adentro,
necesito escucharme respirar.

Ese viento que a todos golpea
en mi se queda.
Me habita.
Me degenera.
y por fin me arregla…

Las palabras todas,
 enroscadas y filosas
 puras y majestuosas
borrosas y blandas
altivas e inalcanzables
profundas y luminosas… todas
llegan a mi sangre y se convierten en pulso.
Laten mi cuerpo.
Distorsionan mi aburrido mundo.
Enloquecen mis muslos.
Bailan desatando mis nudos…
Y nacen.

Hoy desnuda me visto de viento
para atravesar el mundo
susurrando mis demonios,
avivando el fuego,
creando tormentas o simplemente,
simplemente
acariciar tu cabello.

Y ese viento que sin notar te abraza, entra apasionado
dentro de tu mente garabateada por monstruos gigantescos de caras alargadas
que pesan sobre tus hombros y oscurecen tu mirada.
Mi vestimenta que es un soplo de mi total desnudez te deja  allí dentro, tallado sobre las manos de tus miedos

la simpleza de mi beso
la sonrisa de mi calma.