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domingo, 22 de febrero de 2015

Gratitud del viento





Las palabras vienen desde el viento.
Susurradas desde la cintura de un árbol,
con la fragancia suave tras atravesar las nubes,
con el tacto dulce al rozar la humedad del pasto.

Las palabras vienen a cosquillearme el alma.
A encenderme las emociones.
A alivianar mí carga.

Las palabras llegan constantes
como los recuerdos o el silencio,
como el dolor o la nostalgia.
También llegan como caudal de agua clara
que me empapa de a poco
para dar  lugar a la sonrisa, a vivir a dejar de sufrir
… llegan constantemente para hacerme surgir.

Las siento rodeando mi cuello como una caricia,
recorriendo mi cuerpo como energía.
Las siento besándome las manos la frente,
tejiendo un caparazón que se transforma en ventana,
en cielo en alas en vuelo, en mi aura

Las palabras me llegan, no las invento…
Y es que todo desierto
necesita del viento
 para volar.
Necesito el susurro desde adentro,
necesito escucharme respirar.

Ese viento que a todos golpea
en mi se queda.
Me habita.
Me degenera.
y por fin me arregla…

Las palabras todas,
 enroscadas y filosas
 puras y majestuosas
borrosas y blandas
altivas e inalcanzables
profundas y luminosas… todas
llegan a mi sangre y se convierten en pulso.
Laten mi cuerpo.
Distorsionan mi aburrido mundo.
Enloquecen mis muslos.
Bailan desatando mis nudos…
Y nacen.

Hoy desnuda me visto de viento
para atravesar el mundo
susurrando mis demonios,
avivando el fuego,
creando tormentas o simplemente,
simplemente
acariciar tu cabello.

Y ese viento que sin notar te abraza, entra apasionado
dentro de tu mente garabateada por monstruos gigantescos de caras alargadas
que pesan sobre tus hombros y oscurecen tu mirada.
Mi vestimenta que es un soplo de mi total desnudez te deja  allí dentro, tallado sobre las manos de tus miedos

la simpleza de mi beso
la sonrisa de mi calma.