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domingo, 1 de marzo de 2015

Perpetua

Late el cuerpo en las venas hinchadas de una rama padeciendo su último rayo de luz 
cuando el sol era su pesada cruz.

Late la lentitud con que el cielo se confunde con el polvo dormido sobre el callado sonido de las noches que no cuento.

Late el minucioso espacio que me acerca a mis totalidades 
y no me encuentro.

Late el laberinto que me enreda los dedos apurados, 
esos que escarbaron  en los besos más besados 
sobre la piel del pasado vistiendo un futuro errado…
para encontrar el tesoro del deseo?
para desear el tesoro del encuentro?

Late.
Latente late…



Mientras tanto el mundo allá afuera presume de inmenso.



2 comentarios:

  1. No imaginas la alegría que me da cada vez que tengo la oportunidad de leer un texto tuyo.
    ¿Cuánto tiempo hace, Laura, que te sigo? Aprendí a asomarme a este rincón y lo extraño cuando se esconde a mi vista.
    Mi comentario lo dejo en estos versos:


    No me encuentro
    Entre los árboles que guardan los bosques
    Entre las arenas eternas de la playa
    Entre las infinitas estrellas del firmamento

    No me encuentro
    En la estela que dibujo cuando surco la mar
    En el camino que un día trazaron mis pasos
    En el laberinto en que se pierden mis sueños

    En la brisa que acaricia en las noches mi rostro
    En el polvo dormido
    En el callado sonido
    En el tiempo perdido
    No me encuentro.


    Un beso, Laura

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  2. El mundo nunca ha entendido el valor de quienes desafían al laberinto, de quienes hacen de cada latido una huella y de cada huella una razón para dejar un poema a la puerta de cada noche.

    Siempre es grato leerte.

    Besos

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