Había un lugar donde
todo eran sonrisas,
donde las caretas
cobraban vidas,
donde los vidrios eran
negros, tan negros como nuestros desiertos tan oscuros como nuestro veneno
y donde la noche demonio
no llegaba porque sin saberlo,
estaba dentro.
Había un lugar donde
todo era cordial (?)
La charla mentira.
La cara siniestra
sonrisa.
La simpleza manipuladora.
La nobleza cobradora.
una casa con parque y
perros
con coche y final
feliz,
con niñas correteando,
con grietas debajo
y un enorme volcán
implotando…
Llevándose todo,
por cielo y tierra
mar y aire.
Todo la existencia…
Hacia adentro mi
dentro,
mi centro.
Mi comando.
Mi mando,
Mi existencia.
Mi supervivencia.
Un equilibrio deshabilitado,
Quebrantado.
Una tierra mía sin mi
esencia.
Una hierba sin mi
flor.
Un paraíso sin mi sinceridad.
Una cumbre sin mi ostentad.
Una bahía sin mi
humanidad.
Y donde yo reinaba.
¿Reinaba?
Reiniciaba.
Recaía.
Resurgía.
Resucitaba.
Resistía.
Reaparecía.
Moría y mi cuerpo
vivía.
Existía un lugar:
Un “hogar represión”.
Un solitario compartir
compartiendo todo sin soledad con absoluta soledad.
Una cascada sin castidad,
un golpe sorpresivo, una desazón con culpas.
Y un continuo “Necesito
una ducha”.
Un aliento.
Una mano.
Una sonrisa…
Un empujón al abismo
sin paracaídas,
con la auxiliar mano
que me hunde,
con el cansancio de
un ente que pregunta para vivir.
“Necesito un lugar,
un centímetro para ser,
una honestidad mía para
existir, necesito mi comunión para salir”.
Dame un lugar,
un centímetro
infinito entre tu cuerpo y mi existencia,
Un adiós sin
justificativos.
No quiero un corazón
sin latir, dame tu pequeño ínfimo espacio desierto,
tus sueños inconclusos,
tu voz sin justificativos, tus lágrimas ríos.
Dame ese algo que me excita…
Alguna razón
algún segundo de existencia,
un grito de auxilio,
un llanto desgarrado,
una suplica.
Una mano extendida.
Una pequeño gesto.
Un gran salto.
Un desierto entre
ambos con rosas color azul sin ninguna cruz.
Un pedazo de historia,
dame un lugar con
nuestra memoria.
Un amor nuevamente.
Un lugar con risas,
un llanto que termina
en exhalas,
una distancia que
termina en abrazo,
un fin que anuncia
esas miradas de “te amo”
y un inicio que nos
dice “te estaba esperando”.
Todo está bien.
Todo sigue su camino.
Tú tu lado,
yo mi desgarro.
Un largo tiempo,
un desarraigo.
Un exilio de
sentimientos.
Un tu y yo muerto,
asesinado.
Recuerdas cuando sabíamos
al mirarnos
¿Qué puerta abrir,
que oscura esquina lamer, que palabra escribir?
¿Recuerdas cuando en
el agua tu sexo era mi vuelo desalineado?
¿Cuándo llorábamos de
risa?
¿Cuándo llorábamos con
un dolor desarmado?
¿Recuerdas cuándo me
tomabas de las manos y nos dormíamos?
¿Cuándo tocabas mi
intimidad y el cielo abríamos desvergonzados?
¿Recuerdas cuándo
eras el máximo logro y yo tu amor?
¿Recuerdas cuándo era
un hogar feliz y un futuro mejor?
¿Recordadas cuándo
lambias en tus labios el sabor a mi plenitud?
¿Recuerdas cuándo fingir
no era parte del trato contratado?
¿Cuándo mi cuerpo se
arqueaba pronunciando infinitos golpes de te amo?
¿Recuerdas cuándo nos
completábamos?
Había una vez un
hogar con sonrisas,
con corridas ingenuamente
sexuales,
con caricias predispuestas
a desarmarme.
Había una vez un
hogar que sucumbió,
por el destierro,
por la seguridad,
por no amar hasta
amar,
por no hacer infinito
lo finito,
por dejarse estar.
Ahora solo cruzamos
alguna que otra palabra
en el laberinto
cotidiano de las fallas.
Ahora solo
consensuamos encontrarnos en ideas
y no pasiones.
En destinos absurdos
y no en deseos delatores.
Ahora solo somos
esqueletos,
sin piel sin tacto
sin deseos.
Ahora somos solo
aquello
de esto
que quedo muerto
hace tiempo
pero que por alguna razón injusta
no sepultamos por
completo.
Desde hace tiempo no creo que exista una tierra sin lagrimas pero nunca he dejado de creer en los bosques ni en los duendes ni en las miradas que hablan ni en los poemas que delatan los secretos que ocultan los silencios de la piel.
ResponderEliminarPor cosas como esas te leo, por cosas como esas aguardo tus palabras.
Beso.
La realidad es que recorro tus palabras con mis recuerdos. Tanto hemos vivido en nuestros años que todo forma un cúmulo de vivencias y desvivencias...me ha paseado por tus sentimientos y por los míos arrancando cosas que no quiero perder y otras, que quiero perder sin lograrlo. Ojalá existiera la maquina del tiempo para que en un segundo, cambiáramos nuestro destino. Pasa la vida en toda su extensión; sin piedad muchas veces al ser tan cruda que no sabemos responder y entonces, somos victimas quizas de nosotros mismos.
ResponderEliminarA veces me conmueve la sensibilidad en sun silencio para sertir, para sentirnos en la vida calando tan hondo que nos muestra el horizonte donde tenemos que llegar.
Le deseo un feliz año 2016
Buscador
Los inviernos deben de ser primaveras.... Nos las merecemos
ResponderEliminarUn saludo