El Salto.
“La altura no es la
meta, sino saber caer para no lastimarse… tanto” dijo él.
Miró hacia arriba…
“no es la meta, sino
el saber consciente de la altura” respondió ella con voz profunda.
Silencio entre ambos,
silencio más que
callado.
“¿Miedo a ese hasta
dónde puedes llegar?”
“¿Miedo a lastimarte
aún más?”
Silencios repetidos
en miradas paralelas,
miradas heridas por
tanto afuera.
Alguien se acercó y
dijo:
“el destino no los
une ni separa,
solo se trata de ustedes
y sus armaduras selladas…
o sus armaduras ensambladas”
Se miraron.
Se encontraron.
No uno en el otro,
sino uno en sí mismo más allá del otro.
Volvieron a mirar…
uno hacia abajo, el otro hacia arriba.
Y de todas formas,
tomados de la mano, saltaron a esto que es la vida.
Vuelvo a aplaudir a la vida que muchas veces nos pone a prueba. El miedo a pasarlo mal o fracasar, sentirse impotente, no decidirse,consevar un estatus...
ResponderEliminarLa vida se plaga de pruebas que pueden ser determinantes y eso, puede traer alegrías o lágrimas. La cosa es que muchas veces tenemos que caminar ciegos; acarreando una inseguridad donde a mucha gente la hace desistir en su intento.
Sin duda no hay amores cobardes ni formación de la persona si no pone su empeño en su vida. La via es así y con valor hay que apostar hacer las cosas bién; exponiéndose a una caida tras otra y volver a intentarlo: La voluntad hace muchísimas maravillas...
Como siempre la sigo fiel a sus palabras.
Feliz verano en los inviernos de Laura.
Saludos de Buscador.
innoble el miedo que desprecia lo querido para evitar el desengaño...
ResponderEliminarun beso