Traductor

martes, 4 de julio de 2017



Un cimiento de rostros rotos
apilados como despojos.
De lo que fue,
de quien no pudo ser,
de aquellos que perdieron la fe.
Como una cumbre que asoma en la mirada,
que huele a mentira putrefacta,
que sabe a palabras disfrazadas,
que engaña pero se delata.

Cada careta, todas ellas
una a una, tiradas en simetría perfecta.
Y siquiera por sus grietas
llega a pasar la humedad,
siquiera un suspiro de la deidad
de un beso sincero,
de un corazón sin veneno,
ni el roce siniestro de la verdad.

Llegar al cementerio oculto
del asesino que te habita
fue tarea que me arrebató la vida,
seguí  tus pasos,
tus hechos
y al acecho me encontré dentro

Morir,
verme latir hasta la última gota,
¡dolió tanto!

Sufrir,
sentirme gritar como loca
¡dolió tanto!

Cuando pensaste que ya no lo resistiría
lo resistí… vaya ironía!
Cuando creíste que sería tu marioneta
yo te dejé el cuerpo de la tonta esa,
limpié mi cara, vestí mi arma,
corté los hilos
y saqué a mis palabras su filo

… Y accioné.

No, de nada sirvió el cuento de dejar fluir,
de liberarse para ser,
de la luz y cuanto inventan para esconderse
dentro de la miserable dolencia.
No
Yo te enfrenté.
Yo llagada me paré.
Yo te grité con coraje.
Te mostré el dolor del odio recorriéndome como sangre
y la desgracia de la desilusión siendo la llave.
El poder del ignorarte.
La gloria de salvarme.

Cumbres en tus ojos: mutiladas caretas que harán ríos de tus dichas y de otros sus penas.
Cielos abiertos en los míos: multitudes de caminos harán que todos mis ríos me lleven
a mi último destino

Ahora y siempre…  sola.