Ahí esta,
frente a mí.
Cerrando todo
cuanto puede,
encarcelándome
en mi
propia muerte.
¿Lo ves? -
me pregunto-
Lo siento -
me contesto-
Aunque sentirlo
me hace inmune al sentimiento
-continúo
diciendo-
Pero esta…
va creciendo.
Y se quejan
los dedos de dolor intenso,
cuando después
de tanto tiempo,
se han vuelto añejos/ tiezos/ ciegos…
Corruptos ante
el propósito de mis vuelos.
¿Y a mí me
lo dices? También lo padezco.
¿Acaso pesan
los pasos
o más pesan
las pisadas del cansancio?...
¿Aletear
con plumas de concreto?...
¿Luchar sin
ese empujón de aliento?.
-
Hay un paredón que nos construye.
-
Que nos hunde…
-
Si…
-
Esos sentimientos hechos ladrillos de palabras
que antes barro,
con
los días y el paso injusto de ellos
se
han secado sobre/dentro/alrededor… nuestro.
-
Esos sentimientos… como duelen cuando se
acumulan unos tras otros/unos sobre otros/ unos dentro y fuera/unos… que son un
todo.
Siguen ahí…
Siguen aquí…
Y tachar sin siquiera volar en un intento
… o dos o miles.
Tachar los pensamientos: esos garabatos
húmedos, con aroma a viejos.
Tachar… tachar… tachar…
Las palabras y las horas en vano van siendo tachadas.
No hay tinta, ni encuentro…
Ni tiempo, ni espacio… sin tacto vengo viviendo/muriendo.
-
Tachar hasta romper el blanco del mutismo
… la soledad de palabra.
-
Tachar como defensa,
mientras nos apuñala.
No muere, sigue allí… aquí… revolotea… se burla… nos
pisotea.
-
Gritaré!!!
-
Qué palabras?
-
Sonidos…
-
Nada lo espanta.
-
La muerte y la vida son sinónimos, en esta
esquina.
-
Lo sé, lo sabemos… ya nos ves: ahogadas por el
viento que intento soplar,
es que trago piedras
al tachar.
Ahí esta…
el bicho raro,
que me
habita/nos habita.
No puedo
matarlo,
siquiera asustarlo.
Esta
creciendo…
Esta
observando…
Tengo miedo…
siento nos va ganando.
“Un verso…
sólo un
verso con sentido,
que anide
en alguien despertando nuestro alivio.
Un verso,
sólo un verso aunque solitario…
y estaremos
a salvo”.
-suplico-