que la
verdad es absoluta,
que las
voces en el viento no viven,
que en las
gotas no hay solidez,
que en la
tierra no nace la muerte también?.
¿Quién puede
asegurar que sú verdad,
es tan
verdadera que pasa por encima de aquel
que la vive
como la mentira extrema?
¿Quién puede
desmentir una verdad?
¿Quién se
atreve a desnudar una supuesta realidad?
¿Quién pude
decirme con altitud que mis preguntas
son infundadas
o que el fundamento es magistral hazaña?
¿Quién en
altura esta tan alto, en relación, a en quién esta
tan bajo?
Quien proclama
la totalidad: proclama sú parcialidad.
Quien asegura
una verdad: asegura sú subjetividad.
Manipulada.
Porción calculada.
Encubierta.
Artilugio como
herramienta.
Fantasmagórico
velo que deja ver lo vivido
a través de
ojos viejos y abatidos,
aunque jóvenes
las pupilas
están dentro
del marco bagaje que vaticina
las arrugas
para dar una postura:
ante éste
cazador reprimido y la victima que visto
existen mil
delirios que te digo.
¿Quién tiene
la última palabra,
el último
aliento,
la última
mirada,
el último
acierto?
¿Quién tiene
la seguridad plena,
la satisfacción
concreta,
la sabiduría
o bestialidad,
la abundancia
o mediocridad?
¿Quién es
malo y quién bueno?
¿Según qué
parámetro,
según que
vuelo?
¿Quién esta
sujeto y quién suelto?
¿Quién ha
amado, qué es el amor?
¿Quién ha
odiado, qué es el odio?
¿Quién juzgó?
¿Quién sentenció?
Tu respuesta
no es mi absolución.
Tu solución
no es mi libertad.
Tu dignidad
no es mi camino.
Tu destino,
seguramente
no es el mío.
Tan destructivamente
desiguales, y
tan nutridamente
afables.
Me alimento
de tu ego,
te alimentas
de mi verbo.
Te pudres
en mis espacios vacíos,
me pudro en
tu olvido.
Y si en la
distancia te acercas conmigo mientras tu voz
despliega mi
subjetividad, revivo.
Y si revivo,
revives.
Aunque no
seas siempre el mismo
Revivimos.
¿Quién puede
asegurar que las palabras no son palabras
sino sentidos?
Que los
sentidos no son sentidos
sino destinos,
que los destinos
no son destinos,
sino laberintos…
Las palabras
laberintos:
el artilugio
perfecto.
Una vez
dentro… por siempre dentro.
Aunque me
olvides y me pudra en tu silencio,
aunque no
exista la verdad, ni lo aproximado, ni la pureza, ni vos, ni yo…
La palabra
es la prueba de la existencia.
La palabra
que te llega aunque no sea la que parí,
es esa mi presencia,
lo que te
hace sentir.
Y las
preguntas se acaban ante la palabra que se siente.
La veracidad
subjetiva se transforma de singular a plural,
aunque la diferencia
sea abismal.
Te puedo
asegurar (y asentirás conmigo)
que es la
verdad (la única verdad)
la que se
produce de los sentidos.
Por eso
somos,
por eso nos
relacionamos,
por eso
revivimos.
Por eso
estas ahí y yo aquí en mis palabras laberintos
Ésta es mi
parcialidad
Mi quijotesca
subjetividad.