En la sima
del cerro esta mi casa.
Y a los
pies
del mismo
cerro
se ubica,
mi casa.
Es tan
grande que en ella no me encuentro
y a la vez
tan pequeña,
que no
entro.
Me he visto,
desde afuera,
gritándome todo
lo que me pierdo.
Me he
sentido,
desde adentro,
prohibiéndome
mis cielos.
La cerradura
deja entrar la voz
de las
palabras
que afuera
se me escapan.
Esa luz
que alimenta
y florece mi alma.
Abrir la
puerta…
Permitirme entrar,
dejarme salir…
Son acciones
que combaten
cuerpo a
cuerpo,
en el
territorio neutro de mi mente,
territorio muerto.
Aquí, bien
parada en la distancia,
la observo.
Y sin notar
el pasaje,
soy su
cimiento.
En la sima
del cerro
esta mi
casa…
Florece agua
en mi mirada,
cascada que
liviana/lava/esteriliza mi alma.
Florece agua
en las palabras dibujadas por mis ojos mirando el todo,
porque viéndola
desde afuera y siendo dentro, la comprendo
… me
conozco… vuelo.
Vuelo y
vuelvo
Vuelvo al
vuelo
Vuelo al
volver…
Soy tan
parte de mí Ser como alguna vez pretendí… ser.