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domingo, 28 de octubre de 2018

Me paré.



Me paré.
Vencidas las heridas me puse de pié.
No soy otra, ni más fuerte, ni más sonriente;
luchar en el fondo, en el lodo
te hace otra piel pero no dejas de ser.

Me paré.
No veo otra perspectiva, ni me puse más linda
simplemente… gané.

Como si la tierra abriera sus entrañas y me vomitara; cómo si fuera el resultado de una semilla; como si yo sola me hubiera enterrado viva, para florecer… me paré.
Y caminé.
Y corrí.
Y volé.

Porque la herida es hija de que me herí.
Con el filo del pasado me abrí,
como escarbando alas en mí pecho
con el óxido del desprecio.

Frente a frente mí historia y mí presente
hacen las pases.
Dialogan sobre los personajes, fuman las palabras que escuché, carcajean  mí estrés, se toman un vino miran el infinito… se sienten muy bien.
Cada paso es una huella que late en mis letras,
un bombeo palpitante que lejos de delatarme,
me secreta.

Se inscriben, firmes, en los recovecos de mí mente
A veces para saltarlas a veces para volver a pisarlas
De pie, arrodillada, hecha un nudo de huesos y alma, descalza de armas…

Me paré y seguramente volveré a caer,
con más o menos fuerza, no lo sé.
Pero no dejaré de ponerme en pie.