A penas una luz palpitante que me sorprende sobre la espesa
oscuridad de la mente,
A penas una voz que se entrecorta y deforma desde las ganas
de ser escuchada y las ganas de ser ignorada,
A penas un titubeo que me agarra todo el cuerpo, que me
sorprende la risa y me la quita,
A penas todas las toneladas de mis penas, ardiendo sobre el
próximo paso a dar,
A penas una luz pesquisa, una voz quebradiza, un temblor que
embalsama mis ganas, unas penas todas ellas que me paran. Y esta luz que
pregunta, que se instala, no se apaga.
A esa, a ésta; como a todos, pero como a ninguno, también le
cuesta.
La vida siguiendo huellas en un lodo, de algún modo es
bálsamo para no salir del pazo.