Luz en los ojos del
tiempo
que marcan las
huellas del destino
y todos sus caminos
alternativos.
Luz en mis manos.
Sobre ellas.
Y en el extraño recoveco
del tramo de mi pantano…
Luz bajo el barro.
Dentro del estiércol.
Luz que exhalo cuando
ya no trago el veneno arcilloso del silencio de mis labios.
Luz que se enciende
desde el velo oscuro de mis ojos cerrados.
Luz de camino
florecido,
aromatizado con
espinas que no olvido,
humedecido por los
pasos cansados de lo vivido,
abonado por el vuelo continúo.
Luz bendita que bebo.
Luz que respiro…
Mi luz que se atenúa en
mis noches sin luna.
Mi luz.
Mis letras.
Mi vocabulario.
Mi voz.
Mi entrega.
Luz, mi única
verdadera existencia.
Soy el demonio de
todos mis mutismos
y soy el infierno en
llama de mis vestigios
Soy la luz que me
ciega
y la misma luz que me
libera…