Late el cuerpo en las venas hinchadas de una rama padeciendo
su último rayo de luz
cuando el sol era su pesada cruz.
Late la lentitud con que el cielo se confunde con el polvo
dormido sobre el callado sonido de las noches que no cuento.
Late el minucioso espacio que me acerca a mis totalidades
y
no me encuentro.
Late el laberinto que me enreda los dedos apurados,
esos que
escarbaron en los besos más besados
sobre la piel del pasado vistiendo un futuro errado…
para encontrar el tesoro del deseo?
para desear el tesoro del encuentro?
Late.
Latente late…
Mientras tanto el mundo allá afuera presume de inmenso.
No imaginas la alegría que me da cada vez que tengo la oportunidad de leer un texto tuyo.
ResponderEliminar¿Cuánto tiempo hace, Laura, que te sigo? Aprendí a asomarme a este rincón y lo extraño cuando se esconde a mi vista.
Mi comentario lo dejo en estos versos:
No me encuentro
Entre los árboles que guardan los bosques
Entre las arenas eternas de la playa
Entre las infinitas estrellas del firmamento
No me encuentro
En la estela que dibujo cuando surco la mar
En el camino que un día trazaron mis pasos
En el laberinto en que se pierden mis sueños
En la brisa que acaricia en las noches mi rostro
En el polvo dormido
En el callado sonido
En el tiempo perdido
No me encuentro.
Un beso, Laura
El mundo nunca ha entendido el valor de quienes desafían al laberinto, de quienes hacen de cada latido una huella y de cada huella una razón para dejar un poema a la puerta de cada noche.
ResponderEliminarSiempre es grato leerte.
Besos